Las mejores casas de un Aranjuez histórico pero hoy vivo
En estos días se celebra la fiesta de la Villa de Aranjuez que rememora el famosos motín contra Godoy por sus peligrosas relaciones y las intrigas de Fernando VII. Esta ciudad madrileña crecida a la sombra del Palacio Real, es un territorio de muy buena vida tradicional gracias a las huertas de la Vega del Tajo, y a tantas ventas que a los viajeros han dado de comer. El destino turístico no oculta que existen restaurantes de auténtica
importancia gastronómica. Estos son nuestros favoritos:
Restaurante Aguatinta
El Juli es un tabernero de raza quien gobierna esta casa junto a Mari, la maga de la cocina, y que seduce a los que están en el secreto. Un restaurante que tuvo hechuras tabernarias y que recoge todo el duende de una casa donde cuentan que se alojó Goya cuando acudía a pintar al Palacio Real. La magnifica expresión de las golosinas de las huertas, lo mejor de los mares, casquería fina, y un auténtico gracejo de la casa, le hacen sitio ideal para los buenos comistrones y bebilones. Donde va el
gato.
El Tomate De Aranjuez
Su nombre no engaña, porque el rojo rey de la huerta es el argumento fundamental de gran parte de los platos que en este restaurante muy contemporáneo se puede disfrutar. El hostelero Fran Puerta, que conoce todas las expresiones de los sitios, incluido el copeteo, aplica el formulario de casa abierta y acogida para todos los públicos. La barra es atractiva y solvente, los platos, con especial alusión a los escabeches, gozan de predicamento y se bebe de cine.
Restaurante Almíbar
Muchos de los que saben comer y son profesionales, apuestan por el restaurante que lleva el nombre de la calle más gastronómica de la Villa. Se trata de una casa de comidas de las que convencen porque están en ese territorio de carta, precios y elaboraciones aptos para la gran clase media que todavía no han abandonado salir a comer en familia, y celebrar algo o la propia vida. El rabo de toro deshuesado, y un estupendo corte de jamón, animan a quien se sienta a comer sin olvidar el taperío de mucho nivel en barra.
Taberna La Venta
Esta taberna de nombre y restaurante de concepto, aglutina una propuesta de confianza. Seguramente no sea de esos que nos haga sentir una experiencia para levitar, pero el cariño de la atención en sala, y sus platillos de gastronomía muy reconocible, animan a prologar el verano en su patio interior. Puntúan al alza los torreznos, el rabo de toro y unas croquetas de rica bechamel. La parte líquida no le va a la zaga. Cuentan que el forajido cachopo, hoy tan valorado a pesar de nuestras reticencias, también tiene seguidores en esta casa.
El Corral de la Abuela
Hay mucho viajero que entiende que una buena escapada tiene que culminar con un asado. En El Corral de la Abuela hay un lema significativo que preside su cocina “leña y carbón”. Y eso es lo que puede disfrutarse en este clásico asador en plena entrada de Aranjuez, con pescados y carnes de magnífico punto a la brasa. Marisco, cordero y cochinillo, para que la manduca sea todavía más eterna.
Casa Pablo
Esta taberna abierta en plena posguerra ha sido el destino durante muchos años de los que pasaban por Aranjuez, incluido personajes ilustres, con una especial atención al planeta de los toros. Su magnífica barra, de auténtico estribo y codo apoyado, ha sido el prólogo de un restaurante con buen género, gracias a las chacinas, el marisco, los espárragos o las ancas de rana, por citar alguna de su sugerencia de toda la vida. La familia propietaria mantiene este legado, y la fidelidad de muchos mantiene viva una casa de cocina castellana y ribereña.
Restaurante Casa Delapio
Seguramente el bistró más contemporáneo que existe en la localidad arancetana. Siguiendo el modelo de un local chisposo y con el punto justo de creatividad, tanto en barra como en las mesitas se puede gozar de un producto bien elegido, como quesos y chacinas de nivel, delicias náuticas o de la huerta, seleccionados cortes cárnicos y lo que manda el diario y el mercado. Beber en Delapio además es recorrer el mapa de las Españas enológicas. Mucha alegría de vivir, servicio con gracia, y con un gran respeto a la cartera del viajero.
Restaurante Casa José
Esta antigua casa familiar de los hermanos Del Cerro fue convertida en taberna en 1958 junto al Mercado de abastos. De taberna a bar y de bar a restaurante. Esa evolución en pos de la felicidad y la gastronomía, hoy en un bistró de autentico nivelazo. En su día hubo estrella Michelin y mucho menú degustación, pero hoy hay delicada secuencia de productos de la huerta, como es el caso de los tomates, lombardas o calabazas pero también níscalo, o pochas con verduras, además de lomo de bacalao, codornices y mucha coherencia de una familia de grandes taberneros. El vino es otro de los grande aliados. Grande.
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