La A3, una ruta todavía desconocida
La carretera que une Madrid con Valencia o a la inversa, está muy condicionada por los antiguos viajes hacía las playas y el arroz, o directamente los festeros de la ruta del bakalao. Hoy mucha gente viaja en tren, la autovía deja al margen localidades que eran encrucijadas en camino, pero siempre hay excusas para viajar sin prisa, para comer rico y para ver la vida de otra manera en cualquier dirección. Estas son nuestras claves.
Venta San José
Es uno de esos sitios que rinden homenajes al asador a veces tan desprestigiado. Por eso, la carne es un excelente reclamo, además de algunos platos hoy en día un tanto desaparecidos propios de la cocina manchega, como el pisto, monteruelo, sin olvidar los estupendos revueltos y, la ensalada de perdiz, o el más contundente lomo de orza. Se puede tomar o comprar quesos para prolongar el viaje.
Essentia Restaurante
Uno de los restaurantes de mayor nivel de los ejes viarios de este país. A la vera de Tarancón, esta casa es uno de los destinos para los amantes de los torreznos como ellos mismos se proclaman, hasta el punto que la panceta la seleccionan y curan en Soria. Luego, bocados cárnicos de nivelazo, hamburguesas que merecen un viaje, y un gozoso laberinto de quesos para un lugar que está en la ruta hacia guías y estrellas, pero que mantiene hechuras para todos los públicos.
Restaurante Mesón Los Rosales
Seguramente uno de los lugares del vino de cualquier carretera española. Constituye una pequeña leyenda, el amor que sienten los propietarios por todo tipo de referencias enológicas, y a precios absolutamente imposibles de resistir. Pero además tiene ese menú ajustado para el viajero que te permite llenar la andorga sin estridencias ni necesidades de siestas, ni críticas gastronómicas. Su barra es también fuente de alegrías inagotables, con unos bocadillos de antología donde el ibérico o el lomo adobado son reyes.
Asador Marchena
Las apariencias sencillas a veces ocultan lugares que de puros infalibles, no pueden dejarse pasar. En este asador no se va a descubrir la pólvora, pero su contundente comida, sus cortes de carne al punto, y sus lujuriosos bocadillos que nos rememoran nuestra infancia merecen reseña y parada. Además, lo que no es cuestión menor para los que vagabundean a muchas horas del día, el café aquí es religión.
El Vasco
Es una auténtica delicia ir a un restaurante que sabe a lo de toda la vida. Las verduras son excelentes, las migas de la zona son memorables, y con una coherencia insólita para un restaurante de interior, los pescados son ultra frescos y las carnes a la a la altura del mismo. Muchas propuestas, que también incluyen guisos y cocina de leña. A apuntar, las croquetas de jamón.
Hotel Restaurante Marino
Dice el mayor cuentakilómetros del país llamado “El Mari” que es un de esos sitios para quitarse los cansancios del camino. Cuenta que su servicio es memorable, y que esta casa familiar tiene además de evidentes delicias naúticas, un pisto manchego de nivel y chuletillas de cordero de las que hacen agua a la boca. Lugar infalible. Para muchos paladares y bolsillos.
Mesón El Cid
En Morata de Tajuña se encuentra este mesón en el que se encuentra igualmente un museo dedicado a la batalla del Jarama. Atesora la casa numerosas historias de los que han comido o revivido la cultura de siglo XX español; pero además hay un arroz con calamares, un cochinillo o un cordero que tienen usía. Lugar que de puro clásico resulta entrañable.
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