Córdoba del buen comer y beber

Dolores y Rafael, representan la auténtica casta tabernaria por legado y por ejercicio. Tanto monta, ambos supieron ver en este histórico local del centro de Córdoba las posibilidades de sumar a su magnífico hacer, la recuperación de un lugar donde  el padre de Manolete salia como siempre por la otra puerta. Allí se fundó el Club taurino Guerrita, y se inspiraron las mejores obras de pintores y escritores del pasado siglo. Una selección de los mejores platos de ambas familias, forman una carta de base tradicional. El hijo continúa la leyenda.

Taberna que rezuma el aroma de toda la vida, pero que ha sabido dar una hechura moderna sin perder el sabor. Solo el homenaje a los vinos cordobeses justifica la estancia en un local lleno de encanto y bullicio. Gastronomía correcta, con tapas y raciones, chacinas,  que merecen algo más que un puntapié. Ahora mismo en el mejor nivel.

Si uno quiere comerse un potaje como Dios manda, debe pasar por esta casa. La cocina sincera, sin ningun tipo de artificios, se manifiesta en buenos guisos y en estupendos arroces. Dicen los que saben que hay una combinación entre lo cosmopolita y lo castizo, que lo convierte en lugar memorable. El arroz de carne con verduras es un must.

Una preciosa casa-palacio que alberga una cocina de altos vuelos, sin perder la cabeza. Javier Campos es el alma mater de este restaurante dominado por la cocina de mercado, pero siempre de línea reconocible. Estupendo pisto con huevo, salmorejo con boquerones, presa guisada a la manera clásica, y un inefable rabo de toro. Ahora mismo el sitio de quedar bien.

El sitio del vino en Córdoba. Fernando Villena ha conseguido seducir a una parroquia muy fiel gracias a una buena mazamorra de avellanas, estupendas alcachofas salteadas con vieiras, o un gustoso canelón de calabacín con boloñesa vegetal. Además, buenos arroces, carrillada, y mucho vino. El sitio del Licenciado.

Tal vez la mejor relación precio-placer de todo cordoba. Su clasicismo académico se expresa en un sensacional salmorejo, buen rabo de toro, o unas roscas rellenas que hacen la boca agua. Miguel es un anfitrión de la escuela hostelera de siempre. Ideal para escapadas familiares y alguna noche romántica.

En el entorno del coso taurino de Los Califas se encuentra este auténtico ateneo de cocina tradicional y de barra jaranera. Solo por entrar en esta casa, tenemos asegurado un pedazo de historia, muchísimo sabor, un servicio de los de siempre, con senequismo y gracejo a partes iguales, junto a ricos pescaditos fritos, raciones, generosas, y demás pellizquitos clásicos. Un museo taurino.