Calisto ultima su apertura en el privilegiado y señorial paseo de Eduardo Dato
Pocas calles concentran restaurantes más selectos en tan poco espacio. A lo largo de los 884 metros del paseo de Eduardo Dato conviven puerta con puerta emblemas del clasicismo madrileño, como son Richelieu o Mazarino y sus respectivas terrazas. Unos metros más abajo, en el número 8, hay un espacio algo más discreto, pero igual de elegante y sofisticado a punto de abrir sus cocina y mantel.
Se trata de Calisto, restaurante que lleva semanas trabajando en la puesta a punto de una nueva propuesta gastronómica. A los mandos del proyecto se sitúa Carlos Griffo, chef curtido en las cocinas más exigentes y con experiencia en impulsar proyectos culinarios desde la base.
Introducirá una carta de alta cocina a precios razonables, con la intención de elevar la cocina de Calisto y ganarse a una clientela de lo más heterogénea. Para ello se ayudará de la privilegiada ubicación del local y una terraza que aspira a convertirse en un escaparate más de la zona, guardando las distancias con sus vecinos.
Tras varios servicios de rodaje y la decisión de respetar el estilo y la decoración del espacio, la intención es dar a conocer las bondades gastronómicas del nuevo local durante las primeras semanas de noviembre.