Salsa holandesa casera

Salsa holandesa casera
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  • Esta receta contiene Huevos

En esta receta se habla de:

Tiempo de Preparación
15 minutos
Número de Raciones
4 personas
Categoría de la receta

Ingredientes:

Os vamos a enseñar cómo hacer salsa holandesa casera, una riquísima receta muy rápida de hacer. Queda genial con mariscos, y pescados, pero sobretodo con los famosos huevos Benedict.

Puede que esta salsa engañe un poco por su nombre y haga que creer que procede de Países Bajos, pero no. Lo cierto es, que es una salsa de origen francés.

Se podría decir que esta salsa tiene como madre la mayonesa. Pero nuestra receta también es la base de otras de muchas salsas. Como, por ejemplo, la salsa bearnesa, que se le echa estragón y vinagre, o la muselina, que se cocina con nata montada, o bien clara de huevo montada, y así hacerla más light.

También existe la salsa maltesa que lleva zumo de naranja sustituyendo el de limón. Pero esto no se queda aquí, hay muchas más.

Para cocinar la salsa holandesa, es conveniente sacar con antelación los huevos que vamos a utilizar para que vayan cogiendo temperatura ambiente. También es vital hacerla con mantequilla clarificada.

Elaboración de la mantequilla clarificada:

  1. Lo primero que tenemos que hacer es coger una cacerola pequeña y llenarla de agua, más o menos hasta la mitad. Esperamos a que se caliente, pero sin que llegue a hervir.
  2. Colocamos un bol encima y derretimos la mantequilla al baño maría. Sin remover. Se tiene que separar el suero lácteo de la grasa. El suero es la parte blanquecina que debemos evitar, y que quedará por debajo de la grasa.
  3. En cuanto esté derretida observaremos como ha generado una espumilla blanca que quitaremos con la ayuda de una cuchara. Seguidamente, dejamos que temple un poco y vertemos la grasa con la ayuda de un cacito en otro recipiente. ¡Ya tenemos la mantequilla clarificada!

Cómo hacer salsa holandesa:

  1. Cascamos los huevos en un recipiente y separamos las yemas. Las incorporamos a un bol amplio. Existen diferentes trucos para separar la yema de la clara, al finalizar la receta te los desvelamos.
  2. Ahora pasaremos a montarlas. Para ello podemos utilizar unas varillas eléctricas, o bien unas normales, aunque con éstas últimas tardaremos más, y es posible que nos dejemos el brazo en el intento. Os recomendamos que utilicéis las eléctricas, y tendremos nuestra salsa en 5 minutos.
  3. Empezaremos a batir a una velocidad lenta, y continua. Según veamos que vayan cogiendo consistencia y las yemas van creciendo en volumen, incorporamos la mantequilla clarificada, poco a poco, con una cuchara. Así evitamos que se corte, ya que esta salsa es muy delicada.
  4. Seguidamente, le agregamos una pizca de sal gruesa, y una cucharita de zumo de limón, continuamos batiendo. El limón se puede sustituir por un poquito de vino blanco, eso ya dependerá de cada uno.

Para saber que tenemos nuestra salsa holandesa a punto y a nuestro gusto, metemos un poquito el dedo y probamos. Una técnica que se lleva haciendo desde tiempos inmemorables. Es el momento de corregir el punto de sal, y agregarle un poco de pimienta blanca, esto es opcional.

Si nos ha quedado muy espesa, y la queremos más ligera, le podremos incorporar un pelín de agua.
Pero cuidado, en este paso hay más probabilidades de que se nos ha cortado la salsa.

Por ello tampoco hay que abusar al echarle el agua. Tened en cuenta que a cuanta más grasa de mantequilla utilicemos, más densa quedará la salsa.

A la salsa holandesa le quedan bien multitud de alimentos, ya sean pescados, mariscos, verduras tanto hervidas, como a la brasa, para el aliño de alguna ensalada… Nosotros hemos decidido hacerla acompañando unos espárragos que previamente hemos hervido con un pelín de bicarbonato para que la clorofila del espárrago se mantenga, y no pierda su color. Antes de hervirlos hemos pelado un poco los espárragos blancos, y les hemos quitado la parte más dura del final a los verdes.

¿Cómo separar la yema de la clara?

Os dejamos algunas diferentes posibilidades:

  • La manera más “rustica”, o más bien la de toda la vida, es cascar el huevo, y echar con cuidado la clara en un cuenco, y la yema en otro.
  • En esta opción os proponemos cascar los huevos en un bol, y posteriormente separar la yema con la ayuda de una cuchara sopera.
  • También podemos repetir el proceso anterior, pero en vez de una cuchara, utilizar una botella pequeña de plástico vacía. Apretándola suavemente sobre la yema, la succiona y se queda dentro de la botella. Una forma muy original, y efectiva. Aunque a veces vuelve a caer la yema en el bol.
  • Otra posibilidad es, colocar sobre un recipiente una espumadera de varillas y cascar directamente el huevo. La clara caerá dentro del bol y la yema se quedará sobre el utensilio de cocina.
  • ¡Quizás tenéis el problema resuelto y no os acordabais! Quizás tenéis por la cocina un maravilloso separador de claras que andaba por ahí olvidado.

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