Foto: Luis Alonso

Teresa pone la pasión culinaria y Javier la visión empresarial. Amigos de toda la vida, ella le dijo que se sentía preparada para lanzarse al mundo de la restauración tras su paso por la última edición de MasterChef. Él, conociendo de buena mano las claves del negocio, le propuso asociarse y convinieron en abrir su propio restaurante.

Eso fue hace meses, antes de verano. Pero lejos de dejar aparcada la idea -lo cual hubiera sido perfectamente normal- se volcaron para acelerar la puesta en marcha de Dicharachero. El proyecto se convirtió en realidad la semana pasada con su apertura en la calle Luchana 13, en el corazón del madrileño barrio de Chamberí. De momento lo ha hecho de forma no oficial, ya que tiene pendiente presentarse en sociedad con una gran inauguración pendiente de fecha.

«Por ahora hemos arrancado con poquito para que la cocina no se sature y, una vez cojamos el ritmo, la idea es que se puedan probar nuevos platos», indica Teresa Jiménez-La Blanca, a cargo de la propuesta gastronómica.

Reconoce que su idea inicial era abrir un catering, pero al salir de MasterChef se desubicó por ser un mundo en el que cuesta arrancar sin experiencia previa. «Javi ya sabía por dónde tirar y tenía localizado el local, así que decidí aprovechar para estar con alguien que ya tenía tablas y agarrarme como un clavo ardiendo».

La carta de Dicharachero se sustenta en un concepto de tapas sofisticadas para compartir

A todo esto, Javi es Javier Escribano, cofundador del grupo RanTanPlan, que gestiona en Madrid los restaurantes Teckel, Pointer y Chow Chow. Ha sido el responsable de elaborar los estudios de mercado previos y el plan de negocio, con el que prevén recuperar la inversión en el plazo de un año. «Si esto funciona muy bien nos planteamos ampliar la familia con una Dicharachera».

En julio constituyeron la sociedad Punta de la Mona. Desde entonces han corrido mucho y apenas han dormido dándole vueltas al proyecto y al diseño del menú. A la pregunta de si es el momento más indicado para emprender, Teresa responde con seguridad que Dicharachero ofrece una propuesta gastronómica que hacia falta en la zona. «Aunque corran tiempos difíciles, creo que vamos a saber captar al cliente y dar una oferta diferente. En la vida hay que arriesgar. ¿Si no es ahora, cuándo?».

La carta de Dicharachero se sustenta en un concepto de tapas sofisticadas para compartir. También incluye opciones de carne y pescado más elaboradas como plato principal. Todo a partir de los productos que le sirven prácticamente a diario una red de proveedores seleccionada con esmero.

Entre sus platos de referencia ya destacan un pavé a la gallega, con una base de milhojas de patata coronado por un pulpo y puntos de mayonesa de azafrán; o el Steak Pekin, un solomillo de ternera cortado a cuchillo con una mayonesa oriental secreta, queso comté rallado y alcaparras fritas.

Aunque Teresa está presente en todos los servicios, ha confiado el mando de la cocina a Miki, un chef de origen filipino con experiencia en restaurantes de referencia en la capital como Taberna Los Gallos. Por su parte, Javier se encarga de dirigir una sala con capacidad para 46 comensales. A parte de los servicios de almuerzo y cena, han desarrollado una carta de aperitivos disponible durante todo el día, si bien los viernes y sábados no cierran la cocina.

Teresa no descarta abrir una línea de catering con el tiempo, para lo que necesitaría un obrador, ni tampoco seguir formándose. «Había pensado pedirle a Pepe (Rodríguez) y a Jordi (Cruz) hacer prácticas en El Bohío o el ABaC». Tras sumarse a la distinguida lista de exparticipantes que abren su propio restaurante, se siente orgullosa de su paso por el concurso, al que se presentó con un respeto máximo hacia el producto y la gastronomía, y ha salido reafirmada en su idea de trabajar en este mundo.