El asalto inminente de Cala Bandida a Madrid: «Venimos a hacer el arroz al senyoret de nuestras abuelas»
El atractivo de Madrid como foco gastronómico sigue en alza. Grupos de todas partes del mundo tienen a la capital en su punto de mira y, tras la avanzadilla protagonizada por los internacionales, le toca el turno a los nacionales. Y uno de los que planea hacerlo por la puerta grande es el Grupo Cala Bandida, que en septiembre desembarcará en Madrid junto a la familia Ovejero en LaFinca Grand Café.
Con Finca Bandida, la compañía inicia su expansión nacional en el centro llamado a ser la nueva meca culinaria de Madrid. Este ambicioso proyecto contará con más de 1.000 metros cuadrados de terraza y 700 de superficie interior, dentro de un vecindario del que formará parte Lobito de Mar, de Dani García, o Tottori e Indochina 18.87, del grupo China Crown.
Finca Bandida abrirá sus puertas un año después de hacerlo Villa Bandida en Alicante, que supuso la primera salida del grupo de su Javea natal. «Vimos que en Alicante el concepto cuadraba muy bien y ya supera en ventas a Cala Bandida -su negocio original-«, comenta Lucas Gisbert, uno de los tres socios fundadores del Grupo Cala Bandida.
Ante su próximo estreno en la capital, el grupo alberga grandes esperanzas de trasladar exitosamente su concepto de vida mediterránea. «Intentar adaptar nuestra oferta a Madrid sería un error porque estaríamos fallando a nuestros principios y vendiendo algo no nos somos», apunta Gisbert. Habla por todos sus socios al asegurar que su propuesta gastronómica dará que hablar.
Cala Bandida confía en hacer cuajar su modelo en Madrid a partir de una ubicación privilegiada y una oferta adaptada a todos los públicos
«No venimos a Madrid a hacer callos. Venimos a hacer el arroz al senyoret de nuestras abuelas», remarca sobre su pretensión de hacer un arroz de bandera en la capital. «Por supuesto, nuestra receta es original de Javea y pensamos que hacemos muy buenos arroces».
Con la apuesta de Finca Bandida, Cala Bandida confía en hacer cuajar su modelo en Madrid a partir de una ubicación privilegiada y una oferta adaptada a todos los públicos. «Creo que esto es clave, porque aunque vayamos a una zona como LaFinca, donde hay un alto poder adquisitivo, la gente no puede tampoco gastarse un ticket medio de 100 euros. Por eso ofrecemos poder venir a nuestro restaurante todos los días y que haya una oferta amplia con la que comer distinto todos los días», indica Gisbert.
Actualmente ya tienen a un equipo de personas en Alicante y Javea preparando la apertura de septiembre. Además, se unirá gente durante la temporada alta, en la que llegan a emplear alrededor de 130 trabajadores. A este respecto cabe recordar que, inicialmente, la inauguración de LaFinca estaba prevista para la primavera. «Vamos a necesitar unas cuarenta personas, porque tendremos dos turnos al tener un horario ininterrumpido y, sobre todo, un local tan grande».
Expansión nacional
En cuanto a su decisión de ir de la mano con la familia Ovejero, desde la compañía reconocen que la oportunidad de LaFinca surgió a inciativa suya. «Se necesitaba un compañero de viaje que tuviera la sufiiente capacidad financiera para poder afrontarlo, ya que siempre nos hemos financiado con nuestros propios recursos». Grupo Cala Bandida aspira a cerrar el 2023 con una facturación cercana a los 9 millones de euros y unos 250.000 comenales entre desayunos, comidas y cenas.
Si la cosa funciona, no descartan explorar nueva alianzas en el futuro con los Ovejero, junto a los que ya están mirando otras localizaciones. Ahora bien, no sería antes de 2024. «Con nuestra estructura tampoco vamos a abrir dos o tres restaurantes al año porque no es viable». Algunas de las zonas en las que tienen puesto el foco son la Costa del Sol o Baleares, aunque también buscan sitios con menor dependencia de la temporalidad.
Como fuere, el centro de esta expansión empieza en Madrid, donde no tendrán prisa por encontrar su hueco. Al menos así lo plantea Gisbert. «Soy de los que piensa que un restaurante necesita cuatro años para consolidarse», comenta en relación al contraro de larga duración que han firmado con Finca Bandida. «Para mí es a los dos o tres años cuando se afianzan los clientes y salen los números», concluye.