Pepe Morán, el perfecto anfitrión para una buena sobremesa

Pepe Morán, el perfecto anfitrión para una buena sobremesa

lunes 04 de diciembre del 2023 | 08:43
B2C

La buena sobremesa tiene su liturgia. Cuando se levantan los postres, el café y el recogemigas hace su función, el profesional de sala crea la atmósfera apropiada con su invitación a tomar algo. Los comensales deben corresponder a esta proposición entregándose al disfrute de un segundo acto sin solución de continuidad. A partir de aquí, cada cual decide la compañía de su vaso, con la única condición de no mirar la hora.

En un momento en el que el tardeo cada vez coge más fuerza de asistencia entre el público, Schweppes está decidido a reivindicar la sobremesa. Y aunque hay muchos templos consagrados a su culto, este momento sacro tiene una consideración especial en De la Riva, lugar de perenigración para los castizos.

En el restaurante de Pepe Morán, la sobremesa transcurre entre la conversación pausada y una atmósfera tranquila, calmada y amigable, pensada para disfrutar despacio, conscientemente. Así lleva siendo desde que en el año 2000 decidiera comprar esta casa de comidas con el dinero que le adelantó su mujer Cristina. Como el perfecto anfitrión que es, en este tiempo no ha dejado de promover el bue ambiente y la camaradería entre sus parroquianos, además de preservar la cultura del mus en sus mesas.

Su actitud le ha valido a De la Riva ser elegido como el nuevo templo de la sobremesa

Esta actitud ante el cliente y el servicio le ha valido a De la Riva ser elegido como el nuevo Templo de la Sobremesa. En concreto, el galardón que ha recaído en De la Riva ha sido el de Sobremesas Excelentes by Schweppes en el marco de Host, el congreso de Basque Culinary Center dedicado al servicio de sala. Un premio con el que la marca reconoce la magnífica sobremesa de este espacio.

Para Pepe Morán, una buena sobremesa significa «fundamentamente y, por este orden, la compañía, el lugar, que se pueda contar y hasta bailar, y más secundario los gin tonics. Así creo que son las buenas sobremesas familiares: buen rollo en general con gente psicoanalizada, sin rencor, envidia ni egoismo».

Durante el servicio de comidas los camareros y el propio Pepe canturrean una carta (no se imprime y cambia constantemente) consagrada al
producto. Enormes botellas de vino, de 27 litros, se descorchan mientras los comensales charlan. Los guisos de la mujer y la buena atención del
hombre en la barra convencieron a un creciente número de trabajadores de la zona
, que encontraban en el lugar guisos y platos caseros muy bien hechos, a precios razonables, y un espacio para descansar un poco y jugar al mus o charlar con los compañeros antes de regresar al trabajo.

Con los años, el perfil del cliente fue cambiando y lo hizo también el dueño, Pepe Morán. Pero siempre se respetó el sagrado momento de la sobremesa. Hoy en día, Pepe (rodeado de un equipo que lleva muchísimos años con él) no abre nunca de noche, precisamente, para que los
comensales se puedan quedar todo el tiempo que quieran a jugar a las cartas, hablar y disfrutar de un gin tonic muy bien preparado con Schweppes.

Pepe, por cierto, es un enamorado de la bici; siempre usa este medio de transporte, al igual que Emilio Bolsico, uno de sus camareros, al que le paga el kilometraje por tener esta visión sostenible.

«Es un orgullo que Schweppes considere nuestro restaurante como un templo de la sobremesa porque siempre hemos apostado por cultivar y cuidar este momento. De la Riva es un negocio y, como tal, queremos ganar dinero. Pero no vamos a hacerlo a costa del bienestar de nuestra clientela, que viene a De la Riva por la comida, que es excelente, pero también porque les ofrecemos nuestra casa y hacemos que se sientan en la suya. Cuando terminan de comer, aquí seguimos cuidándolos, atendiéndolos y, por supuesto, preparamos unos gin tonics excelentes, y otros combinados, porque la carta líquida es fundamental. Pero la idea es disfrutar con sosiego, con calma, olvidarnos de la prisa y del reloj, que bastante lo miramos el resto del tiempo. La sobremesa que tenemos aquí es algo único en el mundo, es un momento de comunión y cercanía que tenemos que proteger y fomentar, y la hostelería tiene que darse cuenta de que, además, ofrece muchísimas posibilidades».

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