Ocho años después de cerrar sus puertas como hotel de lujo, el Real Monasterio de Santa María del Paular quiere recuperar el esplendor de otros tiempos. Pero primero tiene que poner arreglo a la situación de abandono que padece el espacio pese a su condición de Bien de Interés Cultural, con categoría de monumento.

Ubicado en la privilegiada localidad de Rascafría, en pleno Valle del Lozoya, las goteras y humedades llevan años castigando las instalaciones del monasterio. Desde el complejo denuncian que los mosaicos se están despegando por la falta de mantenimiento, pese a que el Ministerio de Cultura adjudicó estas labores a Tragsa.

No obstante, ante el interés real mostrado por varias hoteleras para explotar el espacio, el Gobierno se ha puesto manos a la obra de cara al esperado concurso público para su rehabilitación y reactivación como establecimiento turístico. Según la documentación consultada por Sivarious, Tragsa ha encargado a varias empresas de construcción las obras de reforma del Monasterio de El Paular.

Al margen del mantenimiento rutinario que lleva a cabo en el real monasterio, la empresa pública se ha puesto en manos de contratistas para su adecuación paisajística y funcional del entorno, accesos, aparcamiento y equipamiento. Trabajos de reforma que van desde carpintería metálica de acero al acristalamiento de sus ventanas, para los que se ha marcado un presupuesto de 106.000 euros.

Hasta cuatro hoteleras habrían manifestado su interés por explotar el complejo monumental

Aunque la intención es ejecutar las obras en el menor plazo posible, no existe una fecha fija. En cualquier caso, de esta forma el Gobierno da un paso frente en la revitalización de la infraestructura con el objetivo de acelerar los trámites de la licitación. Según indicaba recientemente el diario ABC, hay hasta cuatro hoteleras dispuestas a asumir el coste de la rehabilitación que requerirá el complejo monumental, más allá de las obras ordenadas por Tragsa.

Entre los nombres que valoran entrar a operar en El Paular se encontrarían ARG-Gestión de Activos Turísticos, que quiere doblar la capacidad del hotel, pasando de las 50 habitaciones a un mínimo de 100, para asegurar la rentabilidad del proyecto. Asimismo, buscaría ampliar algunas dependencias comunes, dentro de las limitaciones que plantea su declaración de Bien de Interés Cultural.

Otra de las hoteleras que se plantea pujar sería Castilla Termal, especializada en establecimientos de lujo con balnearios. A esta se suma un grupo hotelero balear con una amplia cartera de unidades. Está previsto que el concurso vea la luz en los próximos meses, momento en el que estas empresas hoteleras analizarán el pliego de condiciones para presentar un plan de obras que encaje con los planes de Cultura. En este sentido, hace unos meses llegó a plantearse la posibilidad de incorporar el monasterio a la red nacional de Paradores.

Hasta 2014 el monasterio funcionaba como un establecimiento turístico a manos Sheraton, pero la falta de acuerdo en la renovación de la concesión hizo que la hotelera renunciara a continuar con su gestión. La razón fue que el periodo de explotación se redujo de 50 a 10 años, plazo que según la cadena resultaba insuficiente para recuperar la inversión.