David Ramos (Klimer), el Melquíades de la Hostelería: «Ahora todos quieren el logotipo en el plato»
Por su posición privilegiada, no es que vea venir las tendencias en el sector, sino que suele marcarlas. Y como sabe que las modas siempre vuelven, procura evitar deshacerse de inventario. «Hay que quedarse conque todo vuelve y no tirar las vajillas», comenta David Ramos desde la cueva de las maravillas que es la sede de Klimer mientras trabaja en la colección de la próxima primavera. Su catálogo con más de 3.000 referencias, desde productos para catering y coctelería hasta envases para el delivery, sus instalaciones en el Polígono Industrial de Ventorro del Cano, en Alcorcón, hacen las delicias de los profesionales del sector.
Han pasado 20 años desde que David Ramos fundara Klimer. Hoy presume de ser referente en España en la venta y distribución de equipamiento para la hostelería y la alta restauración. Además de contar con un catálogo muy extenso, la distribuidora actualiza y renueva sus productos constantemente, apostando por nuevos mercados e incluso desarrollando algunos propios. «Todo esto no surge de ningún business plan, sino de dar servicio».
Fiel a su lema de «solo tenemos un jefe, nuestro cliente», Ramos defiende que el éxito de los negocios está en los detalles. Su afán innovador le convierten en una suerte de Melquíades, el personaje de Cien años de Soledad que visitaba Macondo cada año en el mes de marzo, trayendo elementos de diversos lugares del mundo y vendiendo muchos nuevos inventos. «Siempre digo que la hostelería y la gastronomía van más rápido que la informática. Aquí hay una cosa muy importante y es que hay que salir a comer y cenar para estar a la última, pero no sólo en España. Tienes que estar visitando ferias y restaurantes en el extranjero para no quedarte obsoleto».
Ramos ha podido comprobar cómo se ha reducido la brecha entre restaurantes de alto copete y los de diario
Los inicios de Klimer se remontan a 2003, cuando Ramos vendiendo material de limpieza. Poco a poco consiguió reorientar la empresa y centrarse en la distribución hostelera, consiguiendo vasos de tubo para sus clientes. «Al principio te buscas la vida para tirar de un distribuidor y, aunque no ganes nada, consigues dar el servicio», recuerda un Ramos que entonces ejercía de hombre orquesta.
Testigo directo de la transformación hostelera
Comercializar estos productos no era rentable, pero le sirvió para descubrir el mundo de las ferias de hostelería. Primero visitó Hostelco en Barcelona y después visitó Lyon y Frankfurt. Fue entonces cuando la empresa cambió de forma natural para dedicarse al material novedoso de catering. «Empecé muy fuerte con los temas de los desechables cuando todavía no existía el formato mono ración en catering. Fuimos de la mano de los cocineros porque estaba empezando a crearse esa necesidad y tipo de presentación para showcookings».
A partir de ahí Klimer comenzó a construir una agenda de clientes con miles de restaurantes y restauradores. Dabiz Muñoz de DiverXo, Roberto Ruiz durante la andadura de PuntoMx, Mario Sandoval de Coque, Javi Estévez de La Tasquería o restaurantes tan icónicos en la capital como Horcher, Viridiana o La Ancha son algunos de los clientes que han confiado en Klimer a la hora de realizar sus packagings. Pero en la lista también figuran marcas como Grosso Napoletano o Juancho´s BBQ.
Con algunos de estos clientes la relación viene de muy atrás, desde el primer día incluso. Gracias a eso, Ramos ha podido comprobar cómo se ha reducido la brecha entre restaurantes de alto copete y los de diario. «Hay una serie de básicos que conviven en todo tipo de restaurantes, pero luego hay una serie de productos que tienen mucho foco en negocios de 50 o 70 euros de tickets y otros para los que van de 20 a 40 euros». Cuestión aparte es el gran debate del mantel, que cada vez viste menos mesas, aunque para este empresario lo importante es que al menos haya un soporte para los cubiertos.
Conoce a la perfección el negocio de la restauración y la importancia de optimizarlo desde un punto estético, funcional y en sintonía con cada espacio. Como testigo en primera fila de la evolución que ha vivido la hostelería, considera que las tendencias vuelan cada vez más. «Llevamos unos años en que todo es mate, cuando antes sólo molaba lo industrial y lo oxidado. También hemos pasado de los negros brillantes al blanco, que siempre se asocia a la elegancia, y ahora todos quieren el logotipo en el plato, cosa que hace cinco años se asociaba con el mesón del pueblo».
Tras cerrar el ejercicio de 2022 con un crecimiento del 10%, prevé una facturación de 5 millones de euros y un crecimiento del 20% para el año en curso. ¿La clave para no perder comba? «Innovar. Diseñamos muchos productos desde cero, pero sobre todo los adaptamos y personalizamos, concluye».