El Centro Niemeyer licita el restaurante de su Torre-Mirador tras seis años cerrado
El Centro Niemeyer prepara la reapertura del restaurante ubicado en su torre-mirador. Tras seis años de inactividad, el Principado de Asturias inició a finales de marzo los trámites para recuperar el servicio de hostelería del centro cultural de Avilés. Este martes finalizó el plazo para presentar propuestas por un contrato de cinco años, financiado en parte por fondos europeos.
El servicio se divide en dos lotes: por una parte, la explotación de la cafetería situada en el Edificio Polivalente y, por otra, la de las instalaciones del restaurante ubicado en la Torre-Mirador. La cafetería debe ofrecer desayunos y platos combinados y contar con un personal medio de dos personas, o de tres en caso de espectáculo. Buscando hacer la licitación más atractiva, el canon anual fijo se ha reducido a 10.000 euros más un 1% sobre la facturación generada, estimada en medio millón de euros para los cinco años de contrato.
En cuanto al restaurante ofrecerá comidas y cenas, para lo que obliga a contar como mínimo con un encargado, un cocinero, tres camareros y un auxiliar. Como requisitos mínimos, deberá abrir doscientos días al año y abonar un canon fijo de 7.500 euros más un variable, también del 1%. El Centro Niemeyer ha valorado el contrato en un millón de euros, basándose en las recaudaciones de ejercicios anteriores.
La fundación cultural valora el contrato en un millón de euros según recaudaciones de ejercicios anteriores
La fundación justifica el contrato en su capacidad para afrontar la explotación de ambos espacios, al carecer de medios personales y de experiencia en servicios de hostelería. No obstante, confía en recuperar el esplendor de sus primeros años, a principios del milenio. En aquellos tiempos el salón de la Torre-Mirador vivió una época dorada de reservas completas y grandes críticas bajo la gestión de la familia Morán, que apostó por menús confeccionados por Juan María Arzak, Pepe Rodríguez y José Andrés. Hasta que en 2011 renunciaron por supuestas diferencias con la fundación Niemeyer.
A partir de ese momento comenzó una travesía en el desierto para el local que el avilés Koldo Mirando trató de atajar haciéndose con la cocina a mediados de 2012. Lo logró durante un tiempo, gracias a su experiencia en los fogones, la buena relación calidad-precio y el ambiente de la sala, pero en el momento de prorrogar el contrato los gestores convocaron un nuevo concurso, que ganó el hostelero Enrique Martínez Ondina. Este último apostó por una propuesta más popular, pero a los dos años de contrato, en mayo dde 2016, desistió por las condiciones de la concesión. Desde entonces, el restaurante permanece cerrado.