Víctor de la Serna Arenillas: una pluma inmortal del periodismo español
Nacido el 14 de abril del 47 en los madriles, Víctor apagó la luz el pasado 18 de octubre. Se nos ha ido, y su partida deja un vacío enorme que va mucho más allá de lo que se puede medir con palabras. A sus 77 años, De La Serna no era solo un periodista y crítico gastronómico, sobre todo un hombre que encarnaba el arte de vivir, de disfrutar y compartir narrando todo lo vivido. Una persona de gran calidez humana, de espíritu joven, con esa gran chispa en su mirada y con esa energía volcánica capaz de descubrir siempre algo nuevo que lo empujaba a narrar su próxima historia. Víctor no era un periodista común; polifacético escritor capaz de pasar de una crónica deportiva a gastronómica con la misma soltura y maestría. Con su marcha, no solo se ha apagado una voz vibrante del periodismo de los que ya hoy en día está en peligro de extinción, sino su manera de entender la vida en la que siempre apostaba por lo autentico.
Criado en una familia con larga tradición literaria, casi podríamos decir que estaba destinado al mundo del periodismo. Bisnieto de la escritora Concha Espina y nieto del periodista Víctor de La Serna y Espina, creció entre libros, en un entorno donde la cultura y las conversaciones profundas eran el primer plato de su mesa. Su padre, Víctor de La Serna Gutiérrez-Répide, supo combinar el periodismo con la diplomacia, su madre, Nines Arenillas, también dejó huellas en la crítica gastronómica. Tuvo Victor una educación privilegiada y un contacto temprano con el periodismo y la alta cocina.
Victor se formó en el prestigioso entorno de la universidad de Columbia en Nueva York, donde fue el primer español en graduarse en la Escuela de Periodismo. Etapa que le permitió perfeccionar el idioma y además lo introdujo al mundo de la comida de las callejuelas. Comenzó su carrera en el diario Informaciones, donde llegó a ser redactor jefe. También trabajó en Diario 16 y El País. Dede el año 89, reclutado por Pedro J. Ramírez para El Mundo, donde ha oficiado más de 35 años y ocupado un puesto en dirección. Su alter ego Fernando Point ha ejercido magisterio en la crítica gastro.
Fue defensor incansable de viticultura española
Además del periodismo, De La Serna fue un gran referente en el mundo del vino y la gastronomía. Fue galardonado con tres Premios Nacionales de Gastronomía. Como crítico, era muy conocido por su honestidad y exigencia, siempre estaba dispuesto a descubrir y sobre todo destacar nuevos talentos. En el 2007 reivindicó el Restaurante Diverxo de Dabiz Muñoz, cuando apenas era un proyecto.
La viticultura fue otra de sus grandes pasiones. En el 98 tuvo un proyecto creando vino para la Finca Sandoval, con rápido reconocimiento, Uno de sus vinos obtuvo la mayor calificación por el crítico Robert Parker, logro significativo que consolidó la bodega. Fue defensor incansable de viticultura española, y así escribía artículos que educaban y fomentaban interés por los vinos de la tierra.
La muerte de Víctor de la Serna representa una gran pérdida para el periodismo español. Su capacidad multifacética le convirtió en un referente difícil de igualar. Su vida fue una lección de eterna juventud y vitalidad. En los últimos años de vida, no dejó de explorar, de aprender y enseñar. De la Serna no ha escrito sus memorias porque quizás estaba demasiado ocupado viviendo y narrando el presente. No habrá otro como él, brillaba con luz propia y su marcha deja un silencio difícil de llenar. Nos quedan sus obras, sus enseñanzas. “Se fue como un viajero que no vuelve más», como diría Antonio Machado. A los que le admiramos nos que queda también la tarea de seguir buscando lo auténtico, lo diferente. Víctor de la Serna se ha marchado, pero su legado sigue vivo en sus palabras que nos ha dejado impresas, en los vinos,
en las nuevas generaciones que ayudó a formar. Su vida fue un homenaje constante del periodismo, a la buena mesa y al buen vino, un homenaje que continuará en las páginas de los periódicos y en una buena copa de vino alzada a su salud.