Andrés Sánchez Magro

Hace una década se escribía de clubes ingleses con mucho renombre sin imaginarnos que hoy podemos hablar del territorio patrio. Los clubes privados nacieron en Londres a finales del siglo XVIII y surgieron como sitios de hospedaje, donde las mujeres tuvieran la entrada prohibida y solo pertenecían a los hombres. Los caballeros se reunían para compartir intereses en común. Afortunadamente también han evolucionado, aunque su esencia siga intacta. 

Hoy podemos encontrar todo tipo de personas destacadas o influyentes en la sociedad que comparten cultura, ocio, aficiones, talento, negocio, buena mesa, destacando la exclusividad y la discreción. En Madrid podemos presumir de clubes que hacen historia. Por perfiles de socios, instalaciones, sitios privilegiados para unos pocos, y que muchos se sientan atraídos por formar parte de ello aunque el filtro no sea únicamente el económico. 

Entre el fenómeno que empieza a crecer vertiginosamente, hay que destacar un club donde la clase, la exclusividad, la privacidad y el lujo van de la mano. Club Monteverdi en la madrileña Almagro 36. Exquisito espacio de más de mil metros cuadrados en una sola planta, plagado de increíbles rincones en los que se afina el charme, donde los amantes de la cultura, la literatura,  la música y la gastronomía puedan darle rienda suelta a su pasión lejos del ruido.

Monteverdi está abierto de lunes a domingo, desde el desayuno hasta que se retire el último socio

El club se divide en zonas temáticas: Sala de lectura donde se encuentra un gran rostro de “Claudio Monteverdi” en la pared, el piano bar, restaurante, terraza, champagne bar, ámbitos privadas, comedor imperial y un gran auditorio donde se celebran grandes conciertos, charlas, conferencias, presentaciones y mucho arte.

Para formar parte del este selecto cenáculo, hay que acceder a través de invitación, bien por el comité directivo, o solicitar ingreso cumplimentando formulario. Los miembros actuales han pasado el filtro de un comité que evalúa cada una de las solicitudes, con criterio de compartir inquietudes culturales, de manera individual o corporativa. El censo presente es de 350 socios y ha sido creado para no superar los 800. Oasis exclusivo sin masificar. Monteverdi está abierto de lunes a domingo, desde el desayuno hasta que se retire el último socio. Con paz y armónicos susurros. 

Remanso de buena vida, ideal para reuniones, eventos o presentaciones, para los que el propio club ofrece servicio de catering y coctelería para el disfrute del socio y sus invitados. Javier Martí, presidente del club y de la Fundación Excelentia (especializado en música clásica) es el encargado de la programación artística del mes, todo lo cual  puede encontrarse en su web Clubmonteverdi.com. 

Además dejarse masajear gastronómicamente en esa casa es todo un privilegio por la calidad y precisión clásica de su cocina. High class, cada viernes y sábado a la luz de la vela y disfrutando de un concierto casi personalizado. Con la distinción del excelente servicio de un maitre a la antigua usanza, el talentoso Razvan. Una recoleta y perfecta carta con platos icónicos de nuestra gastronomía conceden a todo un aire disfrutón. Además, una barra de bar con vinos nacionales e internacionales, interminable lista de cocteles y combinados de todo el mundo. Para los fumadores, tranquilo que también tenemos cabida en este club ya que cuenta con un jardín interior como sacado de un cuento. Sin duda alguna, Monteverdi es lugar de encuentro con la armonía en tiempos turbulentos, y mucha, mucha clase.