Andrea Trufarello, la cocina italiana por derecho

Andrea Trufarello, la cocina italiana por derecho

lunes 02 de octubre del 2023 | 08:49
B2C

Andrés Sánchez Magro

Marsala es una localidad enclavada de la costa occidental de Sicilia. Aunque por allí han pasado todo tipo de culturas, hay una raíz fenicia que seguramente impregne el alma de sus ciudadanos por encima de los siglos. Su carácter viajero, sus dotes comerciantes pueden rastrearse en el brillante carácter de un cocinero nacido allí. Andrea Tumbarello se llama el artista. Al amparo de esas mencionadas cualidades desarrolló importante carrera como economista en la esplendorosa Milán.

Su destino para ganar muchos jurdós gracias a su sagacidad, se truncó cuando vino a España, se enamoro y casó con su primera mujer. Era madrileña y la arrastró en el fuero hacia la ciudad de los gatos. En un nuevo golpe del azar, cenó en una pizzería de barrio de triste decoración y de desoladora ejecución de la pasta. Con el carácter volcánico que le caracteriza, Andrea pidió explicaciones ante semejante desaguisado. De manera inopinada, le entregaron las llaves del local

.De ahí a reinventarse como cocinero había un paso, y eso es lo que Tumbarello consigue día a día: una prodigiosa invención de un personaje tan excesivo y cálido que se ha convertido en figura central de la gastronomía de este país. Adorado por todo el mundo, generoso, loco del vino de su país y del champú, ha mantenido el mismo garito feísta pero le ha puesto su avasalladora personalidad.

Sus delicadezas en el tratamiento de la pasta, su mágica carbonara, el vendaval de pizza al gusto con fondo gastronómico que prepara, hoy son objeto de culto. Ese sitio de cocina italiana de verdad que se sigue llamando Don Giovanni y al que uno cuando va, sabe que triunfará vaya acompañado por gente menuda, ligues que nadie quiere acordarse, o la familia más canónica. Todos quieren comerse unos spaghetti como Dios manda. La pasta fresca es inimitable, sin olvidar las convincentes elaboraciones también con la seca. Cualquiera del elenco clásico de ravioli, pappardelle, ricciole, y lo que a uno le apetezca, tienen espacio para este nigromante de la felicidad.

Quien esto escribe ha comido innumerables ocasiones en casa de su hermano Andrea. Y no recuerda haber leído la carta. Hay tanto embrujo en la comanda, que se come según el estado del ánimo, aunque no falta una excepcional burrata, las interpretaciones del tonnato, y el evidente festival de la trufa.

En los ambientes ha sido bautizado como Trufarello, porque es quien la tiene más grande en Madrid, se la adjudica en todos los concursos, y ejerce de catedrático autorizado de este mítico hongo en toda España. Y cuando la tiene blanca, a entregarse en cuerpo y cartera. El llamado uovo millesimé, plato icónico, tiene el aliciente del caviar de trufa, que corona la deliciosa crema de boletus y huevo de corral, y más madera, con trufa laminada.

Comer y beber en italiano, y sentirse un pachá en el trato. Al hiperactivo siciliano le secunda en la sala el impecable y elegante Senen García. Corre el vino, hay todo tipo de tentaciones, y para mayor goce el magnum. No se agotan porque en esta casa siempre fueron precursores del ahora muy extendido gin-tonic. Tiramisú, los cannoli de comisario Montalbano, el panetone que regala a los amigos en Navidad, y todo lo que huele al país de la bota tan fraternal, como el único y grande Andrea Tumbarello. De inquieto puros, no para de maquinar asesorías, locales, su rostro e imagen tan característica, pero siempre está Don Giovanni. Pasan los años, podrá haber cambiado de mujer, pero la fidelidad a su gente y a su inabarcable legión de amigos y clientes sigue muy viva. !Viva Italia, caro fratello Trufarello!.

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