La noticia de su llegada a España causó una enorme expectación. Popeyes desembarcó a finales del año 2019 en nuestro país con el firme propósito de romper el monopolio de KFC en nuestro país. Y aunque todavía está lejos de ser la primera opción de pollo frito, su expansión está siendo fulminante, como demuestran los 69 establecimientos sumados en apenas tres años y los más de 1.500 empleos generados.

Pero probablemente el indicador que mejor refleja el crecimiento de la marca de restauración sea su evolución de ventas. La cadena estadounidense alcanzó en 2021 una facturación de 16,1 millones de euros, cifra muy por encima de los 5,3 millones de euros del año anterior, según el último informe de cuentas depositado ante el Registro Mercantil.

De esta forma, Popeyes ha conseguido triplicar el volumen de negocio en su segundo año de actividad completo en España, por más que el 2020 no resultase en absoluto lo esperado debido a las restricciones sanitarias. Y es que el pasado ejercicio fue ‘clave’ para la compañía, que a pesar de la difícil situación de la restauración, sirvió a tres millones de clientes e inauguró 30 nuevos restaurantes.

Sin embargo, los gastos derivados de las nuevas aperturas y puestas en marcha provocó que la cadena, propiedad de Restaurant Brands Iberia, cerrara el año con un resultado negativo de 3 millones de euros. Hasta la fecha, el grupo dueño de Burger King lleva invertidos más de 42 millones de euros, y su intención es seguir destinando recursos para financiar su expansión.

De hecho, de cara a este 2022, la hoja de ruta contempla duplicar su tamaño en el mercado nacional y volver triplicar facturación, abriendo 40 nuevos locales este ejercicio para alcanzar los 200 centros en 2024.