Pastelería Mallorca trata de restaurar los puentes con la plantilla tras despedir a un centenar de trabajadores
Pasar página de la pandemia se ha convertido en una prioridad para Pastelería Mallorca, pero no es tarea fácil. A la pérdida de facturación sufrida durante los dos primeros años bajo los efectos del coronavirus, se suma el deterioro progresivo de sus relaciones con la plantilla, fracturadas tras la ejecución de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) el pasado marzo.
Según la información consultada por Sivarious, a principios de año la dirección de la empresa comunicó la puesta en marcha de un proceso de despido colectivo, que afectaba a los equipos de Mallorca Chocolates y Aspama (sociedad que gestiona la red de pastelerías).
La idea inicial pasaba porque todos los empleados que estaban entonces en ERTE por fuerza mayor, alrededor de 70, causarán baja definitiva junto a otros 60 miembros del personal. Es decir, se planteaba despedir a un total de 130 trabajadores.
Tras dos semanas de duras negociaciones con los sindicatos, ambas partes llegaron a un acuerdo para reducir a 103 la cifra de despidos definitivos, divididos en un total de 69 trabajadores voluntarios y 34 forzosos (ERTE), con una indemnización de 25 días y un máximo de 16 mensualidades.
Los sindicatos han planteado una denuncia colectiva ante la Inspección de Trabajo por la falta de acuerdo en el establecimiento de los nuevos horarios
Bajas voluntarias y despido colectivo en Pastelería Mallorca
Por motivos organizativos se acordó que las salidas fueran en tres fases, ya que la empresa no esperaba tantas bajas voluntarias. De esta forma, los primeros 57 despidos se llevaron a cabo durante el mes de marzo, mientras que a mediados de abril ya habían salido todos los trabajadores voluntarios. La tercera fase incluía la marcha del personal restante.
Una vez concluido el despido colectivo, la compañía todavía tenía pendiente de resolver varios puntos con los sindicatos, como son una subida salarial para este año o la aplicación de los cambios establecidos en el nuevo convenio colectivo del sector.
Entre las cuestiones a negociar se encuentran la adopción de unos horarios que permitan la conciliación familiar de una plantilla integrada por cerca de 200 personas. Pero mientras que los representantes de estas últimas reclaman una jornada de 7 horas, la dirección propone continuar con las 6 horas de lunes a viernes, junto con 24 turnos anuales de 9 horas.
Ante la falta de entendimiento sobre esta cuestión, el pasado 22 de julio finalizaron las reuniones para llegar a un acuerdo respecto a las denuncias por conflicto colectivo planteadas por los sindicatos ante la Inspección de Trabajo en relación a los horarios y de las libranzas. “Después de dos reuniones las posturas están muy lejanas entre ambas partes, por lo que se decidió en la sede del Instituto laboral abrir un periodo de consultas sobre las materias objeto de la solicitud de mediación hasta el 29 de septiembre”, indican desde el comité de Mallorca.
Reconciliación con el personal
Al margen de todo lo anterior, no ayuda a la reconciliación entre empresa y personal los reiterativos retrasos en el pago de las nóminas en lo que va de año. Situación que en el caso de la fábrica ha llevado a plantear otra denuncia ante Trabajo.
Entretanto, la compañía pastelera tiene que lidiar con la recuperación de una facturación que el año pasado superó los 22 millones de euros, frente a los 20,7 millones de 2020. Aunque esta cifra le permitió cerrar con un resultado de explotación de 45.000 euros, todavía se encuentra lejos de los 27 millones que ingresaba antes de la crisis sanitaria.
En este tiempo ha potenciado su apuesta por el delivery, como demuestra el reciente lanzamiento de la marca Mallorca Express y el acuerdo alcanzado con Deliveroo para dar servicio a toda la ciudad de Madrid.